jueves, 28 de diciembre de 2006

CALIDOS CURSOS DE VERANO

Cuando yo estudiaba la mayor ilusión era tener una talega de cuero y una caja de ceras Manley. Ahora hay tantas facilidades que entiendo a esos eternos adolescentes que con más de 30 años se han apalancado en la universidad y no quieren dejar de ir a clase y vivir de la sopa boba de los padres. Yo también tengo algo de Peter Pan y por eso dedico unos días de vacaciones a ir a los cursos de verano de la universidad. Allí, el año pasado, durante el primer día de convivencia coincidimos en la mesa varios extremeños. A los postres un debate sobre la refinería delató a los que procedíamos del terruño. Hay un antiguo maestro de Almendralejo que es ya parte del paisaje de El Escorial. En los primeros cafés me topo con un profesor de matemáticas de la Uex, un profesor de secundaria de Zafra, un chico de Los Santos de Maimona...
Pero aquella cursillista castellana tenía en el omoplato tatuada la constelación de Orión. Y eso para mí era fascinante. Pero aún más que me confesara que era una groupie de los escritores que daban las conferencias. Les seguía por todo el mundo y a cambio ellos les concedían publicaciones y trabajo. Pensé, cuando me lo dijo, que me estaba tomando el pelo. Cuando la vi en los brazos de un habitual de Estravagario aquella noche comprendí que los alumnos saben ahora mucho más que los propios profesores. Me di cuenta de que no tengo idea de nada. Ya en casa quemé, lleno de rabia, mi último cuento escrito. Refrán: Cuanto más sabes de la vida, más te duelen las heridas.

1 comentario:

Witilongi dijo...

Pues sí que sabes poco de la vida, anda que no hay alumnas y alumnos que se sacan así las carreras...